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Los muertos están vivos. Al compás de un tambor constante, los espectros recorren las polvorientas calles de la Ciudad de México durante una marcha por el Día de los Muertos. En esta fecha, los espíritus de los fallecidos salen a rendir homenaje a los vivos en una colorida celebración que sucede cuando la línea de separación entre ambos mundos es muy delgada.
Entre ellos, se encuentra un hombre con licencia para matar. Su rostro, oculto tras una máscara de esqueleto sonriente, avanza a empujones entre la multitud, otro novio fantasmal con su "Catrina" a su lado, el ícono de la vida después de la muerte. Pero este asesino sólo tiene ojos para su objetivo, el elaborado ritual que se lleva a cabo a su alrededor es una cortina de humo para su mortal misión.
De acuerdo con la diseñadora de maquillaje, Naomi Donne, este épico espectáculo cinematográfico "es la apertura con mayor emoción visual que cualquier película Bond haya tenido". Y, como la mujer responsable de supervisar el maquillaje de los 1500 actores que le dan vida a la escena, ella lo sabe muy bien.
“El director Sam Mendes me dijo: ‘Puedes hacer lo que quieras. Me encanta este look'." – Naomi Donne, diseñadora de maquillaje
Al trabajar con un equipo de 100 artistas maquilladores locales en la Ciudad de México, Donne y su equipo recopilaron miles de referencias sobre el Día de los Muertos de toda América mientras creaban el concepto de la filmación. Desde textos tradicionales e interpretaciones de visionarios de la alta moda, "estos son los looks que luego ejecutamos", explicó. "Pero los artistas lo llevaron aún más allá, usando aerógrafos y otras técnicas, superando mis sueños más locos”.
Para asegurarse de que todo saliera bien ese día, "cada rostro debía ser maquillado, ilustrado y fotografiado semanas antes de filmar la secuencia". Trabajaba con el equipo de campo usando WhatsApp desde su base en Estados Unidos, "ellos me mandaban imágenes para que yo les mandara mis observaciones". Con razón Donne describe la escena como "el mayor desafío de su carrera”.
Por fortuna, contaba con el director Sam Mendes de su lado: "A Sam le gustó y decidió hacerlo, porque tiene muy buen gusto y un gran sentido estético. A menudo quiere ir un poco más allá para crear un impacto visual y me dijo: 'puedes hacer lo que quieras. Me encanta este look'".
Durante la filmación, se crearon paletas especiales de M·A·C Chromacake para cada "personaje" – Catrina danzante, novia o novio cadáver. "También tuvimos que asegurarnos de que los productos durarán todo el día de la filmación – 12 horas con el calor que hacía en la ciudad", añade Donne. Pero también, "queríamos que todo luciera un poco desgastado. Si chorreaba un poco o se veía corrido, el look se vería auténtico".
Por supuesto que es el mismísimo Bond emergiendo desde detrás la máscara quien termina por darle una esencia macabra y auténtica a este Día de los Muertos.